Preámbulo a la nueva edición





Después de haberse agotado hace más de diez años, vuelven a ver la luz dos trabajos míos que contienen lo que he considerado obra del artista indocristiano. Originalmente los textos que constituyeron estos libros se publicaron separadamente con los títulos de

Arte indocristiano. Escultura del siglo XVI en México
y
El pintor de conventos. Los murales del siglo XVI en la Nueva España.


Debido a algunas sugerencias recibidas en torno a estas obras y como hay temas semejantes en las dos, me ha parecido conveniente unir ambos trabajos ya tanto la obra de escultores como la de los pintores de conventos conforman el arte indocristiano, al fundirse aquellos textos en esta edición, sus lineamientos iniciales tuvieron que modificarse sustancialmente. Estos cambios han afectado bastante la redacción y la organización de los capítulos. Hubo necesidad de suprimir pasajes que se repetían. Más importantes aun fueron las transformaciones relativas a ideas expresadas antes, pues se han fundamentado mejor. Se incorporaron las referencias a algunas investigaciones de ciertos autores que no habían sido publicadas. Fue preciso eliminar gran número de fotografías que no tenían ya acomodo aparte de que no eran necesarias, y se conservaron sólo las que tienen íntima relación con el contenido del trabajo.



Pese a que escultores y pintores son artistas indocristianos, la labor de unos y otros es distinta, debido no sólo a la naturaleza de la materia con que la realizan sino, especialmente, por la esmerada educación monástica que los pintores recibieron, así como porque su conversión al credo cristiano fue más temprana e influyó en la realización de las pinturas murales de manera notable.



Las creaciones de los artistas indígenas aparecen como una luz al fondo del túnel, cintilante, oscilante como la esencia que lleva impresa cada figura esculpida o pintada. Allá, lejos, están las imágenes tenues, los ojos tristes, del franciscano, del dominico, del agustino, porque nunca pudieron completar su obra. Se opusieron a ellos la Corona y el gobierno virreinal, así como los explotadores. A nadie le interesaba un indígena pensante que se opusiera a los mandatos y caprichos de los inconscientes y poderosos.



Quiero expresar mi agradecimiento muy especial a Hortensia Rosquillas por la lectura del mecanoescrito y por sus valiosas sugerencias, a Josefina Anaya, por su esfuerzo para corregir los dos trabajos que hoy se ofrecen juntos. Gracias también. Como siempre, mi profunda gratitud a mi esposa Carolina y a mis hijos Gerardo, Carlos y Carolina, por el tiempo que me han dedicado todos.




El Rosario Coyoacán, junio de 1999






Arte Indocristiano
Pagina del Pigmento Azul Maya por Constantino Reyes-Valerio